lunes, 17 de junio de 2019

¿Es posible la integración?

¿Es posible la integración?
Cuando hablamos de integración pensamos en el tipo de integración y quiénes son los que se integran o se quieren integrar.
En cuanto a los sujetos migrantes, la integración va a depender de un conjunto de factores que tienen como origen no sólo y principalmente al migrante, sino a la comunidad de recepción. Pero dentro de esta sociedad, a los sectores dominantes y a la cultura construida sobre la base de una serie de intereses sociopolíticos concatenados a lo largo de su historia. Una prueba fehaciente de esta situación se puede observar a través de los diferentes procesos por los cuales atravesó nuestra historia a lo largo del tiempo. Los sectores subalternos de la sociedad civil fueron asimilando una serie de mensajes, que condicionaron su conducta, y los fue progresivamente disciplinando, a tal punto, que la transmisión de aquellos mandatos originales estaba asegurada debido a que las nuevas generaciones serían educadas bajo esos mismos preceptos.
Ahora bien, cómo se puede integrar un conjunto de personas en una sociedad que no ha sido educada para la integración, y que, por el contrario, recibió una educación basada en el prejuicio hacia todo aquél que no fuese un connacional o, por lo menos, un parecido.
En Argentina, por ejemplo, han llegado importantes contingentes de extranjeros de diferentes lugares del mundo, su recepción fue y es bastante conflictiva. Las relaciones sociales y políticas que se establecieron con aquéllos que debían integrarse en una sociedad deseosa de incorporar europeos del norte, se encontró con que los que llegaban eran del sur, y no sólo del sur de Europa. Además, muchos de los recién llegados estaban politizados, y no muy de acuerdo con la idiosincrasia dominante de la época oligárquica (fines del siglo XIX y principios del siglo XX). "Los llamamos, ¿los expulsamos?", podrían preguntarse en aquellos tiempos los políticos de turno. Pero se necesitaba mano de obra, y no todos eran revoltosos; había que subordinarlos a las ideas dominantes de la época.
De esta manera se puso en marcha un complejo mecanismo ideológico, a partir del cual se atemorizó a la población nativa, y también a la migrante. Se persiguieron a los más peligrosos, y se expulsaron a otros tantos. Se discriminó a todo aquél que pudiese atentar contra el orden establecido poniendo en tela de juicio el 'progreso' que tanto había costado obtener.
Pero esta conducta social no fue fruto de la coyuntura. La historia de aquéllos que conquistaron y colonizaron diferentes regiones del mundo no se diferenciaba demasiado respecto a las formas en que trataban al 'otro', ya que la cultura que transmitían estaba plagada de historias de discriminación, prejuicio, persecuciones y muerte. El único objetivo era imponer un proyecto político, social y económico determinado.
El inmigrante será en América Latina el clásico destinatario de un doble discurso político en el que se vinculan dos conceptos antagónicos: exclusión e inclusión.
Los múltiples estudios sobre racismo y etnocentrismo giran alrededor del rechazo o la aceptación, siempre relativa del 'diverso'.

Observaciones finales
Los mensajes orientadores de opinión que contribuyen a formar la mentalidad a partir de la ideología dominante o hegemónica de los sectores mayoritarios de la sociedad respecto al funcionamiento social afectan a casi todos los sectores de la sociedad, incluso a aquéllos que investigan sobre temas sociales.
Son los medios de comunicación los que se encargan de introducir en el imaginario sociocultural aquéllas cosas que terminan siendo aceptadas y consensuadas en general como reales, aunque en muchas ocasiones sean nada más que ilusiones o grandes falsedades.
La tercera hipótesis planteada por Susana Neuhaus en su trabajo Reflexiones sobre autoritarismo, es pertinente para sintetizar lo expuesto:
Este estado de cosas se sostiene con el consumo general, que acepta la ficción de democracia (la formalidad democrática que oculta la desigualdad y el carácter autoritario del poder real) consenso inducido a través de una penetración ideológica que hace mantener una ilusión al ciudadano común (Neuhaus, 1986).
El discurso hegemónico niega la realidad, fantasea con el desarrollo, falsea con la apertura (ya que no es para todos), y muestra al mundo una imagen del país muy diferente a la realidad.
Los Estados manifiestan poco interés en el estudio de la importancia de los recursos humanos formados en el país, pero esto no se traduce en el discurso, el cual opera a través de las fantasías entendidas como 'representaciones sociales' que funcionan como mediadores ideológicos.
La presencia de los medios de comunicación en la construcción de estas representaciones sociales es fundamental, sobre todo si tenemos en cuenta que cubren un tema en la medida que pueda generar noticias atractivas por su contenido 'dramático y novedoso'. Pero en ningún momento estas noticias se detienen en las causas más profundas del fenómeno, y cuando la 'exclusiva' se agotó, dejaron de preocuparse por la situación.
"Allí donde los modelos migratorios tienen larga data, la migración tiene una influencia tan profunda que puede llegar a convertirse en una institución nacional y en parte de la psiquis colectiva" (King, s/f).

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