CARTA A MARGARITA:
Mi nombre es
Margarita y mis apellidos son Bosque y Frondoso. Procedo de un lugar asqueroso
de éste estercolero que llamaron mundo, donde creemos vivir civilizadamente.
Nací un día caluroso de un pegajoso mes
de verano; entre mugre, gritos y mosquitos. Y, como todo hijo de un habitante
de estercolero, crecí entre basura y escombros; y por no evitarlo, sigo rodeada
de dichos confortablemente.
Cuando mi madre me dio a luz, lo hizo en
un pequeño lugar a salvo de tanta contaminación, con la única razón de ponerme
como nombre : Esperanza. Pero se hechó atrás en esta idea al observar la
deformación que estercolero había causado en mí. Por tal motivo, decidió
esperar tiempos mejores para engendrar otro ser más sano, a poder ser posible y
para denominarle de dicho modo.
Mi madre falleció en tal intento, siendo
yo aún niña y es por eso por lo que me llamo así y por lo que Esperanza nunca
llegó.
A lo largo de mi vida he tenido algunos
momentos repletos de felicidad. Recuerdo a mi padre narrando viejas historias
de estercolero, cuando éste aún no se encontraba en su actual estado, mientras
mi madrastra hacía lo posible por limpiar con saliva mi rostro.
Y mientras mi memoria va recorriendo los
más oscuros y remotos lugares de mi cerebro, noto como mis ojos se van
perdiendo en una estructura abismal, como escuchando esas hermosas palabras
susurrar entre los labios de mi padre.
Hoy, mi padre ha muerto. Me he quedado
sola en estercolero, con la única compañía que pueden suponer esos negros y
patudos animalitos que papá denominaba escarabajos.
Supongo que nunca más podré escuchar esas
fantásticas historias.
Parece imposible que papá haya muerto.
Creo que todavía estoy escuchando sus
palabras…el, siempre decía que antaño el cielo era azul y no gris como
ahora…que durante el día coexistían luz y oscuridad,…que la luz procedía de una
gran bola roja y que la oscuridad, así mismo, emanaba de una blanca que
engordaba y adelgazaba con asidua periodicidad. También me hablaba de unas
cosas que él llamaba estrellas…y decía que brillaban en el cielo cuando reinaba
la oscuridad.
Y me explicaba que las aguas del
gran lago salado, no estaban como ahora, cubiertas de plásticos y manchas
negras, sino que eran claras como los ojos de mamá…y que el aire del viejo
estercolero era limpio y se podía respirar, no como el de ahora que ha matado a
papá y mamá…
…y recuerdo que papá decía que antes no
habían escombros, ni basura…y que había mucha gente…y que todos eran felices;
pero que habían también algunas personas que ensuciaban el viejo estercolero y
que la culpa de que ahora esté sucio, la tenemos todos.
Papá sabía muchas cosas, pero papá ya
está muerto y mamá murió antes que él. Supongo que pronto moriré yo también
porque papá era muy fuerte y decía que yo no viviría mucho porque estercolero
me había hecho débil y éste aire no era bueno.
Sólo me queda una cosa: Esperanza, pero
como no me pusieron ese nombre, tampoco creo que me quede mucha..
¡Cómo me hubiera gustado vivir en el mundo de papá!
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