domingo, 22 de junio de 2014

3 años

El tercer año de vida.

            De los 24 a los 36 meses se produce un afinamiento de las capacidades adquiridas durante las etapas anteriores, así como la asimilación de nuevos e importantes avances, sobre todo en el campo de la socialización.

            El niño ya tiene un vocabulario activo, de alrededor de 1000 palabras. Sigue en un lugar preferente el juego individual y simbólico, lo que significa que será capaz de representar situaciones como si fueran reales, cada vez más complejas y abstractas. La desbordada imaginación del pequeño, nos dejará en múltiples ocasiones con la boca entreabierta, si nos detenemos a observarlos sin ser percibidos.

El juego más típico ahora es jugar a mamás y papás e imitarán todo lo que estos hagan, tanto las buenas como las malas actitudes personales de los padres.
El ejemplo a estas edades es la mayor fuente educadora.
El niño imita de tal manera a los demás que su vocabulario reflejará las habilidades oratorias de los que le rodean. Las frases que usamos para hablar con el niño, deben ser claras y correctas.
Los niños al jugar, imitan a las personas adultas, mecen sus muñecos y simulan que les dan de comer, hablan por teléfono, fuman un lapicero si observan que los adultos reunidos fuman tabaco. Así, el ejemplo, constituye una actitud fundamental a la hora de educar, porque imitan todas nuestras actitudes buenas y las malas también.
A medida que los niños crecen varían sus juegos también y lo que antes hacía imitando a sus padres y parientes próximos, ahora adquiere importancia el rol de personajes cercanos a él como el doctor o el maestro, pero esto acontece entre los dos, tres o cuatro años, según el niño.



La educación .

            En la educación hay que destacar la importancia del juego, aunque en primera instancia el niño jugará solo. Cuando está con niños de su misma edad, intentará dominarlos. No precisa compañeros para jugar con pelotas o juegos de construcción. Los niños hasta los tres años, raramente juegan juntos.
La necesidad de contacto humano hace que tengan una actitud dominadora, impulsiva y agresiva cuando sus arremetidas son causa de abandono, lágrimas o contraataques por parte de sus amigos. Los padres suelen actuar como árbitros cuando sus hijos se pelean.
En casa el niño puede comportarse como un demonio y en el parvulario como un ángel. Es una buena señal: demuestra que es capaz de controlarse. Pero cuando cumplen con tres años deberían ser capaces de jugar con otro niño o al menos jugar a su lado.
Los juegos educativos diseñados para ellos están compuestos por piezas, pero el niño al principio, jugará a juntar o agrupar estas piezas sin ningún otro objetivo establecido. Otros juguetes de esta edad son : una pelota, juguetes con asas para tirar o empujar, muñecos o animales de felpa…

            En los primeros años de vida y porque los niños lo chupan todo, sus juguetes deben:
_tener superficies planas y lavables,
_omitir puntas o bordes cortantes,
_omitir también las partes sobresalientes, como ojos puesto que son peligrosos,
Así los padres deben elegir juguetes que no presenten peligro al niño y sea adecuado a su edad.
Jugar es inevitable para que el niño aprenda y es necesario que el adulto haga de inductor de ese juego. Por ello el adulto que se encuentre con el pequeño, celebrará las consecuciones que haga, aplaudiendo por ejemplo.
Cuando un niño empieza a hablar, hay que escucharle atentamente y una sonrisa le ayudará a motivarle. Por otra parte, corregir excesivamente las palabras del niño, frustrará sus intentos.
Cuando empieza a caminar, las caidas son inevitables, por ello hay que participar en el juego infantil y preparar el entorno para evitar peligros, ya que el niño antes de comenzar a caminar, se tambaleará y perderá el equilibrio constantemente.
            Durante el primer año de vida se deben estimular actividades sensoriales y motrices.
En las experiencias sensoriales caben destacar las táctiles y visuales, de hecho todo lo que puedan tocar se lo llevarán a la boca.
Las melodías musicales son importantes y son buenas para educar el oido, pero no todos los juegos deben ser adquiridos económicamente. Por ejemplo, jugar con la mirada o incluso los juegos gestuales son gratuitos y gratificantes entre los bebés.
            A partir de los dos años, son importantes introducir animales y muñecos de felpa que le ayuden al pequeño a imitar el mundo adulto. También son útiles los juegos de apilar-encajar piezas y las pelotas
            Entre los 2 y 3 años se inicia el juego participativo, aunque el niño no sepa aún compartir, ni respetar el turno.
            A los tres años el niño se desarrolla y perfecciona sus actividades psicomotrices consiguiendo avances en el equilibrio y la coordinación. Ahora, por ejemplo, puede andar hacia atrás y subir-bajar escaleras. Ahora recuerda las palabras importantes para él; sabe nombrar objetos y comprende órdenes verbales.
            Los educadores afirman que los niños procedentes de hogares en los que se concede importancia a la lectura, desarrollan con más eficacia su capacidad intelectual que los procedentes de hogares en los que no se lee.
Dedicar cada día media hora a leer cuentos puede resultar una experiencia muy agradable para padres e hijos. El niño a menudo interrumpirá con observaciones y preguntas. Entonces conviene dejar de leer y escucharlo puesto que quizás quiere aprender algo o compartir alguna idea o sentimiento con la persona que lee..
A veces piden el mismo cuento cada noche. No es ningún motivo de preocupación. Con el tiempo este hábito desaparecerá.
            El niño a los tres años conoce bastante bien a sus padres y como ser inteligente, hará todo lo posible para salirse con la suya siempre. El egocentrismo es característico en los niños pequeños, hay que tener en cuenta que es natural que después de ser durante un largo periodo de tiempo los primeros en todo, no quieren relegarse a un segundo lugar. Pero deben asimilar con cariño, que no son el ombligo del mundo, aunque en realidad en la casa lo sean.
El egocentrismo se manifiesta entre los 2 y los 4 años, prolongándose en edades posteriores si en ese momento no se le combate. El niño tiene la convicción de que todo cuanto le rodea es para él y está a su disposición. Así en multitud de ocasiones podemos constatarlo al observar que el niño quiere hacer prevalecer lo suyo ante los demás, apoderándose, por ejemplo, del juguete de otro niño.
El egocentrismo infantil es intolerable y por sí sólo no podría ser superado, con lo cual se aboga por reprimir esa tendencia en el niño, más difícil de eliminar cuando más tarde se quiera hacer.



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