miércoles, 25 de junio de 2014

EN CASA Y REHABILITACIÓN

EN CASA.

            En casa todos los días eran grises. No veía mucho el sol, salvo alguna ráfaga por la mañana en las enormes ventanas, sin poder asomarme, puesto que no llegaba a ellas.
Y eso que en la casa de mis padres hay mucho sol, puesto que está orientada a levante y no existe edificación alguna frente a ella, salvo el cementerio municipal.
            En casa, en mi habitación,…creo que estuve abstraída mucho tiempo. El tiempo no pasaba hacia delante: comía, recibía visitas (cuando las recibía) y dormía. Así día tras día, no recuerdo cuánto tiempo, pero parecía una eternidad.
            Y es que no hacía nada en casa de mis padres, sólo mirar la TV cosa que nunca me gustó en exceso. Pero miraba la TV, puesto que estaba encendida y además yo no podía leer, ya que las letras se me escapaban por los márgenes.

            Psíquicamente creo que al principio no me enteraba de nada, pero cuando me dí cuenta de que tenía silla de ruedas: ¡quería morirme!. Solo que no llegaba a la ventana para arrojarme abajo.
            Así estuve en tratamiento psiquiátrico muchísimo tiempo y lo único que recibía en la consulta eran pastillas y más pastillas. Creo que las necesitaba, pero creo que también necesitaba más apoyo emocional y aceptarme tal y como era. No me quería así, ni física ni psíquicamente.
            En fin, lo pasé bastante mal, emocionalmente hablando. No entendía nada y nadie me entendía.

            Pensaba constantemente cómo era mi vida antes y después del accidente. Y me deprimía cada vez más.
Pensaba en mi libertad “antes de”…y mi dependencia “después de”. Antes lo tenía todo y ahora nada…eso pensaba!.
            Estuve 3 ó 4 meses sin fumar aproximadamente después del accidente…y el tabaco al final me obsesionaba. Hasta pedía permiso a los médicos!. No encontraba sentido a mi vida, pero encontraba en el tabaco un aliado; mal aliado pienso ahora. Hacía lo posible por tener en casa 2 ó 3 cigarrillos …que cuando llegaban a mi poder, de las formas más inverosímiles, me los fumaba casi consecutivos. Recuerdo fumarmelos en la ventana de la habitación, esperando no ser sorprendida por mi madre desde la galería o si pasaba por la habitación.
Llegó a obsesionarme tanto el tabaco que pedía cigarrillo incluso a las visitas…y salía a subir y bajar escaleras en busca de alguna colilla en el patio.
            Cuando comencé a caminar en casa, como no tenía mucha seguridad en mis piernas, me apoyaba en las paredes. Al medio año de estar en casa, se tuvieron que pintar de nuevo.

QUIRUMED  Silla de ruedas plegable eléctrica, con batería. . . . .

             Recuerdo cuando salí por primera vez o segunda vez a la calle. Bueno no recuerdo cuantas veces bajé a la calle, pero no más de 3 ó . No salía mucho dado mi estado emocional y a que existía una montaña de escaleras en el patio del portal de casa de mis padres.
            Aún así algunos amigos: Jesús y Paqui, me bajaban en silla de ruedas, que conmigo encima pesaba mucho más y me llevaban a dar una vuelta por el barrio.¡Eso son amigos!         Una vez que me bajaron a la calle me llevaron a algunos lugares que solía frecuentar por la zona donde habitualmente frecuentaba. Aunque ahora iría un poco decrépita y amnésica porque no conocía a nadie…y aún así, gente en la calle me paraba y preguntaba. Yo siempre estaba bien, porque cuando por fín sales a la calle, no vas a estar mal, ¿verdad?. Y aparte, es que en esos momentos me sentía bien. ¡Es cuando mejor estaba!

REHABILITACIÓN.

                        Pues como digo, en casa estuve otra eternidad, hasta que tuve que ir a rehabilitación.
Aún recuerdo el nombre de la primera fisioterapeuta que tuve: Mariángeles!.
            También recuerdo la gran sala donde todos los días durante dos años estuve en tratamiento; era muy grande y había aparatos por doquier, aunque lo que yo hacía no eran sólo aparatos, también efectuaba ejercicios en la camilla. Ejercicios que me hacían bastante ¿daño? Y donde en ocasiones se llegaban a desprender alguna que otra lágrima.

 Me acuerdo gratamente de las paralelas porque todos los días tenía que hacer “taitantas” pasadas por ellas y fue en ellas donde la fisio pudo observar que ya me desenvolvía bien sin muletas.

Foto Bici Estatica

            También recuerdo la picaresca de subirme a la bicicleta y poner el cronómetro. Era agotadora, así que al pasar unos minutos, hacía trampa y lo adelantaba un poquito.
Y así en varios poquitos terminaba enseguida mi tiempo en bicicleta. Me aburría encima de ella!
La fisio siempre hacía algún comentario sobre la brevedad de la sesión, pero me lo pasaba por alto. ¡La verdad es que le cogí mucha manía a la bici y no recuerdo por qué.
            Por fín al cabo de dos años me dieron el alta en rehabilitación

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